Un hombre de 31 años murió de un balazo en la cabeza en una vivienda de la localidad de Ranelagh, y se investiga un posible suicidio o un homicidio cometido por la concubina, una oficial de la Policía Federal (PFA) que quería terminar la relación, informaron fuentes judiciales y policiales a la agencia Télam.
El hecho ocurrió el martes cerca de las 4 de la madrugada en una casa ubicada en calle 364 entre 310 y 311, a 50 metros de la Comisaría Segunda de la mencionada localidad del partido de Berazategui.
Allí vivían un empleado de Cablevisión, identificado como Damián García, y su novia, llamada Micaela Gómez de Olivera (23).
La joven, una oficial que en noviembre se había egresado de la PFA y actualmente presta servicio en la División Homicidios, alertó a sus pares de la seccional de Ranelagh a raíz de un supuesto suicidio de su concubino.
Al llegar al lugar, el personal encontró en el patio del inmueble que la pareja alquilaba a García muerto de un balazo en la sien derecha.
Gómez de Olivera declaró que el hombre había regresado alcoholizado en una moto y que le había dicho que no quería separarse, aunque ella no le respondió.
Casi inmediatamente, García tomó el arma reglamentaria que estaba en la cocina, se dirigió al patio y se efectuó un disparó en la cabeza que le causó la muerte en el acto.
«Ella dijo que escuchó dos detonaciones y en la comisaría refirieron lo mismo pero después de dos inspecciones en el patio donde hay bastante pasto encontramos solo una vaina servida», explicó una fuente.
Tras el hecho, Policía Científica realizó los peritajes correspondientes en el lugar por instrucción de la fiscal Silvia Borrone, a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 4 de Berazategui.
En principio, la funcionaria judicial caratuló la causa como «averiguación causales de muerte».
Es que si bien algunos indicios indicarían que se trató de un suicidio, como por ejemplo que familiares del hombre habían dicho que lo había intentado en otras dos oportunidades, la hipótesis del homicidio no quedó descartada.
«El hombre era zurdo y el disparo lo habría hecho con la mano derecha, pero lo más dudoso es que la pistola quedó entre sus piernas y con el seguro puesto», afirmó un vocero encargado de la pesquisa.
Los peritos creen que sería «prácticamente imposible» que eso haya ocurrido por la caída contra el piso y también se descartó que el arma haya estado fallada.
Ante esa situación, los investigadores aguardaban como pruebas fundamentales los resultados del barrido electrónico de pólvora en las manos de García y las pericias balísticas sobre la pistola de su pareja.
Gómez de Olivera también declaró que si bien estaban separándose, el empleado nunca la agredió físicamente, aunque sí era común que ante alguna pelea él se iba a tomar alcohol con una amiga, por lo cual tomó la decisión de terminar la relación.
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